Una entrevista que me refleja

No todas las entrevistas son espejo. Algunas son escaparate, otras apenas trámite. Pero esta que hoy comparto, sin grandilocuencias ni artificios, me ha permitido algo poco común, reconocerme.

Acepté participar con la naturalidad con la que uno acoge un gesto sincero, y me encontré respondiendo con una honestidad que no siempre el formato permite. No me escondí, no respondí para agradar. Dije lo que pienso, lo que vivo, lo que defiendo.

Hablé de mis comienzos, de esa pulsión que me lleva a escribir como quien respira o se defiende. Hablé de mis libros, no como inventario, sino como estaciones interiores donde se detiene mi forma de estar en el mundo. No escribo para entretener ni para vender, escribo porque algo dentro de mí no sabría estar en silencio. Porque no me interesa pertenecer a lo establecido, sino ser fiel a lo que me quema por dentro.

También compartí mi forma de entender la escritura como un territorio múltiple, donde la poesía, la prosa, la narrativa, el aforismo y la fotografía no son compartimentos estancos, sino lenguajes distintos de una misma emoción, de una misma necesidad de traducir lo que duele, lo que salva, lo que indigna o asombra. Cada uno exige su respiración, su tensión, su silencio. En los poemas hay luz o herida, en la prosa hay expansión, en los aforismos hay relámpago, en la fotografía hay eco visual de la palabra, en la narrativa hay humanidad. Todo nace del mismo lugar, la conciencia de que escribir es mucho más que estilo, es una forma de presencia.

Y sí, también hablé de mis fracasos, de mis renuncias, de esos silencios que un día me pesaron y que hoy me enseñan a no volver a callar cuando algo merece ser dicho.

Quien me lea en esta entrevista encontrará más que respuestas. Encontrará una actitud ante la palabra, una forma de entender el oficio como compromiso, como afirmación, como riesgo. Escribo desde la libertad, pero no desde la neutralidad. No todo me da igual. No todo lo negocio. Ni en la literatura ni en la vida.

Por eso comparto esta conversación con quienes han seguido mi obra, pero también con quienes aún no han cruzado palabra conmigo. Porque en este diálogo hay algo más que datos o anécdotas. Hay una forma de estar, de decir, de no ceder.

Y si esta lectura logra despertar alguna pregunta, alguna certeza, algún temblor, entonces no habrá sido en vano.

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