No estás. No eres. No mereces©

por | Abr 30, 2025 | 0 Comentarios

“La política es una actividad del espíritu. La degradación de la política consiste en convertirla en oficio de incapaces.” (José Ortega y Gasset)

 

No hablo de gramática. Hablo de política. De carne. De traición.

Hay quien dice ser gobernante, y sin embargo no está. No aparece cuando toca. No decide cuando urge. No se expone cuando hay que dar la cara. Dice que es, pero no está. Y al no estar, queda al desnudo por qué no es. No ha sido nunca.

Hay quien ocupa un cargo como quien se instala en un sofá caro, cómodo, mudo, rodeado de palmeros y aduladores. Desde allí gestiona su imagen, bloquea reformas, firma pactos, calla escándalos. Pero no está en la urgencia, no está en la calle, no está en el temblor del ciudadano. No está cuando el Estado sangra. No cuando la justicia llora, ni cuando la verdad incomoda, cuando desmonta su discurso y exige consecuencias.

A ti, que usas los votos como coartadas y mis impuestos como botín, te hablo.
Desapareces cuando el dolor aparece. Te ocultas cuando la ley molesta a tus socios, amigos o allegados. No estás cuando la verdad compromete -cuando no contradice tu relato. Has hecho del verbo ser una impostura, y del estar, una ausencia programada.

No eres porque no estás. Porque no respiras este país. Porque no sudas, no dudas, no te partes. Porque no sabes lo que cuesta llenar una despensa o aguantar la respiración ante una factura. Porque jamás estuviste donde tu deber te llamaba, y las pocas veces que lo hiciste, huiste deprisa, revelando sin disimulo lo que en verdad eres. Porque te escondes detrás de un cargo al que jamás has honrado.

Y lo peor, finges que estás. Simulas cercanía, fabricas discursos, ensayas empatías. Pero eres humo. Decorado. Performance. Poder sin cuerpo. Recordando a Guy Debord, cuando advertía que “en el mundo realmente invertido, lo verdadero es un momento de lo falso”, no sorprende que hayas hecho del gobierno una puesta en escena, y del cargo una máscara más.

Gobernar no es figurar. No es administrar el silencio ni maquillarse con cifras. Gobernar es estar donde nadie quiere estar. Donde duele, donde arde, donde nadie aplaude. Gobernar es bajar del atril, pisar el suelo mojado, recibir insultos con los puños cerrados, mirar a los ojos a quien ya no cree en nada. Gobernar no es un privilegio, es una condena voluntaria al alcance de muy pocos.

Y sin embargo tú, tan cómodo, tan blindado, tan experto en sobrevivir a costa de todos, insistes en decir que eres. Repites la mentira una y otra vez hasta que crees que es verdad. Te vistes de patria, te arropas en tu bandera, te escondes tras cifras y comitivas. Pero no estás. No sientes. No escuchas. Desprecias

Tú no representas. Tú te representas. Y eso, en una democracia, es el principio del fraude.

Si no puedes hacerlo, si no quieres hacerlo, si no sabes hacerlo… vete. Vete antes de que te eche la historia. Antes de que te desmonte la verdad. Antes de que el hartazgo se organice y reclame lo que es suyo.

Pero no sigas diciendo que eres, porque ya nadie te cree. Y porque quienes aún resistimos, no te lo vamos a permitir.

Juan A. Pellicer

Sursum Corda (Arriba los corazones)

 

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