De egos poderosos y mediocridad existencial

por | Nov 8, 2023 | 0 Comentarios

“Los hombres mediocres, en ciertos momentos osan llamar ideales a sus apetitos (…)

Los apetitos se hartan; los ideales nunca”

(El hombre mediocre – José Ingenieros).

El tema central de este artículo y que deseo explorar desde un punto de vista sicológico y cristiano, tiene que ver con que, al parecer, nuestro vernáculo “mundillo cultural” (y en todo el planeta, ergo) se viene revelando, desde tiempos ha y en ciertos aspectos, como un complejo (colectivo) habitado por gente muy valiosa, pero también por egos muy poderosos.

Egos poderosos que, arrebatados por la fuerza intrínseca que domina a ciertos seres humanos en sus quehaceres cotidianos, los lleva a acudir, por lo general, a acciones (egoístas) donde, lo imperativo, lo subrepticio, lo codicioso, lo vanidoso o lo innoble, resulta más importante que la personas mismas con las que se comulga orgánica o institucionalmente. Y por cuanto, conscientes o no, esos egos especiales (o el colmo de la mediocridad) se inclinan por adherir más al amor al Poder que al poder del Amor.

Ahora bien, lo antedicho sin dejar de reconocer por cierto que, el ego (o yo en latín), es el término que en sicología «se utiliza para hacer referencia a la instancia psíquica que posibilita a un individuo reconocerse a sí mismo y a su propia personalidad. Y que pese a que este concepto resulta neutro y genérico, esa identificación y reconocimiento del yo por parte de cada uno de nosotros, puede dar lugar a un ego positivo o a un ego negativo», una cuestión por cierto y al menos a equilibrar (2).

Sin embargo, cuando la mayoría de la gente menciona el ego siempre lo hace y de manera coloquial, con connotaciones negativas, como si fuera algo malo vinculado a un «exceso de autoestima. Pero no siempre es así» (3).

Bien sabemos que podemos juzgar algunos actos o comportamientos humanos (Pensamiento Crítico) pero no conciencias (Pensamiento Misericordioso); pues solo Dios conoce el corazón de cada hombre. Y que debemos evitar corregir a los demás, aunque estén errados en sus apreciaciones o acciones, si la dicha corrección solo procede de nuestro propio ego y no de nuestro «corazón» (4) (o corrección fraterna sacralizada: el otro, el semejante, no es sino y en modo primordial, un Ser Humano, un hermano en Humanidad; y, en cuanto creyere, un hijo adoptivo de Dios por los méritos salvíficos de su Unigénito Redentor). Afirmando sobre este particular el Papa Francisco y en su Catequesis sobre la Carta a los Gálatas de San Pablo, que: «La regla suprema de la corrección fraterna es el Amor«.

«Tener en cuenta entonces que, la verdadera generosidad, ha de ser desinteresada. Si hacemos un favor, nos comportamos de determinada manera u obsequiamos algo, ha de ser sin esperar nada a cambio, solo porque nos sale del corazón» (5): esto es, solo si procede de la virtud del Amor (bondadoso y compasivo). En tal sentido, San Pablo nos enseña a comprender la maravillosa, sublime dimensión de dicha virtud en su sapientísima Primera Carta a los Corintios, 13:13.

Más recordar también que, el Amor, no se mendiga; se practica. Por eso debemos entender «que las relaciones personales son de doble dirección» (6) y, por ende, no podemos estar dando y complaciendo a otro para que no se vaya de nuestras vidas, o para que no se enfade o para que nos acepte sí o sí. Recordar al respecto el consabido «hoy por ti, mañana por mí». El Buen Consejo advierte que «Si no nos apetece un plan o no tenemos tiempo para ayudar a alguien, debemos ser asertivos y explicar la situación, al igual que en otra ocasión deberemos comprender perfectamente esa postura por parte de otro amigo, (colega) o familiar». (7)

De todos modos y advertidos que fuéramos ante las pruebas de la convivencia, entiendo y más aún como aspirante a cristiano, que debemos ayudarnos, en efecto, a con-cordar (a obrar con el corazón), a afrontar las experiencias existenciales (a encontrarnos, a ponernos de lado y a debatir dialogando) y no a con-frontar (a ponernos simplemente de frente para debatir discutiendo o violentando nuestras razones en el otro); esto es, a no perder los «sentimientos de Cristo Jesús» (8).

Estos sentimientos de su Corazón que le movieron a “despojarse de sí mismo tomando la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y (que) se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz” (9): y ser, más allá de ingratitudes y faltas de respeto humano (no exento estas de oportunas, debidas y fraternas aclaraciones), instrumentos de su Paz (10): o de dar «hasta que duela» (11) porque eso significa, ni más ni menos el dar «sin esperar nada a cambio«. Un aserto que ha llevado a algunos a sostener: «Me gusta ese tipo de gente que no habla, no promete, no presume, de ese tipo de personas nunca esperamos nada y siempre nos sorprenden con sus acciones». O de la Humildad (virtud esquiva si las hay) en acción.
Y teniendo en cuenta, por si quedaran dudas al respecto, que “La función capital del hombre mediocre es la paciencia imitativa; la del hombre superior es la imaginación creadora” (dixit J. Ingenieros, op. cit.).

Una persona creativa o pro-positiva es alguien cuya actitud está dirigida hacia la acción pero no de manera precipitada sino de la reflexión para llegar a conclusiones correctas o soluciones viables. Para ser pro-positivo hay que ser pro-activo y tener una alta «inteligencia emocional». Sin esta última, el aforismo «De buenas intenciones está empedrado el camino al Infierno«, lo instruye todo y sin tapujos.

La inteligencia de una persona se mide, no por lo que sabe, sino por la forma en que enfrenta la vida (información, actitudes y hábitos). Mas, según Santiago Bilinkis (divulgador científico argentino), la Inteligencia es básicamente lo que permite al hombre saber qué y cómo hacerlo cuando no sabe qué y cómo hacer algo. Y aunque una famosa frase motivacional sostenga: «Trabajar en equipo divide esfuerzos y multiplica resultados«, en la práctica, ¿por qué no funciona esta prescripción laboral así como así?

No podemos negar que dos mentes y dos corazones piensen mejor que una mente y un corazón. Pero para que esto funcione los miembros del equipo deben de tener claridad sobre el objetivo, metas y procedimientos de la tarea. Además dichos miembros deben de estar correctamente asignados y el liderazgo democrático y participativo debe ser marcado desde un inicio. «Nos salvamos en racimo«, afirma San Agustín. De no, la inteligencia artificial tenderá a suplir, por vía tecno-orgánica lo que no hemos sabido aprender por el camino de una espiritualidad encaminada por los pasos del Señor de la Historia.

Adrian Néstor Escudero

Doctor Contador Público Nacional. Magíster en Dirección de Empresas

(Argentina)

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(2) (3) (5) (6) (7) NOTA: https://www.publico.es/…/como-saber-si-nuestro-ego…/…
(4) NOTA: https://nihilobstat.dominicos.org/…/que-significa-ser…/ – «La primera cualidad que san Pablo destaca en la persona justificada, es aquel que ha acogido a Cristo y ha recibido el Espíritu de Dios; es la de ser ´hijo de Dios’. Se trata de una ´filiación adoptiva (Rm 8,14-17; Gal 4,4-7; Ef 1,3-5). En el contexto de la cultura antigua, la filiación adoptiva tenía tanta o más importancia que la filiación natural» (OP Dominicos, P. Martin Gelabert Ballester).
(8) Fil 2,5.-
(9) Fil 2,6-8.-
(10) Oración «Instrumentos de Paz» atribuida a San Francisco de Asís.-
(11) Santa Madre Teresa de Calcuta.-

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