No me consta©

por | Nov 1, 2025 | 2 Comentarios

“El poder es el enemigo de la libertad cuando no reconoce límites.”

(Albert Camus)

Me pareció un esperpento. No encuentro otra palabra más precisa para describir la escena del político compareciendo en el Senado para rendir cuentas sobre la corrupción que lo rodea —la suya, la de los suyos, la de su sombra—, y hacerlo con una altivez de quien se cree intocable.
Hubo preguntas, sí. Pero las respuestas… fueron un eco hueco, un rosario de “no me consta” tan reiterado que terminó pareciendo una letanía del descaro. No me consta, no me consta, no me consta… Como si la negación sistemática bastara para purificar el lodo, la miseria moral y la podredumbre.

Desde entonces, me pregunto qué me consta a mí. Y descubro que tampoco me consta demasiado, aunque por motivos muy distintos.

No me consta que este hombre haya sido alguna vez merecedor de mi respeto.
No me consta que entienda la palabra ética, ni que la democracia le suene a otra cosa que no sea un decorado útil para sus ambiciones.
No me consta que la mentira se le atragante ni que la verdad le quite el sueño.
No me consta que la opulencia y el poder lo avergüencen cuando se mira al espejo.
No me consta que conozca la humildad más allá de la impostura.
No me consta que el desprecio que destila sea fruto de la ignorancia y no de la perversión y la frustración de saberse un don nadie.
No me consta que el abuso del poder le cause el más leve remordimiento.
No me consta que el dictador deje de serlo por vestirse de demócrata con gafas de Dior.
No me consta que la soberbia sea una virtud, ni que la chulería sustituya a la inteligencia.
No me consta que la impunidad se herede, aunque parece convencido de ello.
No me consta que quien vive del pueblo sin mirarlo a los ojos merezca el título de servidor público.
No me consta que un apellido limpie la mugre de los actos, ni que la memoria del poder borre la vergüenza del abuso y la reiterada ofensa.
No me consta que el cinismo y la hipocresía sea una forma legítima de gobierno.
Y, por supuesto, no me consta que este país tenga que acostumbrarse a ser gobernado por quienes confunden el cargo con pedestal prestado y por supuesto bien pagado. Como advirtió Cicerón, “Cuanto mayor es el poder, más peligrosa es su corrupción.”

Me consta, eso sí, que la dignidad no se aprende en los pasillos del poder.
Que hay palabras que se pronuncian de pie, no desde un escaño.
Que la soberbia es una forma de ignorancia y miedo y que el silencio, a veces, pesa más que todas las excusas juntas.
Me consta que el pueblo, cansado de farsas y de farsantes, no olvida el tono de quienes lo desprecian mientras sonríen para la cámara sin saber qué hacer con sus Dior.

Al final, no sé qué le constará a él. Tal vez crea que la historia se escribe desde los micrófonos y no desde la conciencia. Pero a mí me consta algo que jamás entenderá, y es que la verdad no necesita permiso, y que la vergüenza, cuando se pierde, no se recupera con un “no me consta”.

Juan A. Pellicer

Sursum Corda (arriba los corazones)

2 Comentarios

  1. Manuel Conde

    Cuanta verdad e impotencia para desterrar al impostor, no debemos desfallecer, hay que insistir y denunciar constantemente, a caso hay otra salida??
    Que grande eres Juan.
    Un fuerte abrazo.

    Responder
    • Pellicer

      Muchas gracias hermano, efectivamente no hay otra salida que la de desenmascarar a los traidores y corruptos y ponerlos en manos de la justicia que es quien tiene, en un Estado de Derecho, la última palabra. Un abrazo fuerte.

      Responder

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